miércoles, 8 de septiembre de 2010

norte grande de chile

Abarcando las Regiones de Tarapacá y Antofagasta (primera y segunda respectivamente), el norte grande de Chile comprende un territorio marcado por los contrastes.
Cerro Parinacota
Una zona en que la aridez y sequedad del Desierto de Atacama se contrapone con la fertilidad de valles y oasis (como el Valle de Azapa y elOasis de Pica). Contrastando también con la presencia de una gran diversidad biológica cuyas muestras más representativas están protegidas en los parques y monumentos nacionales LaucaIsluga y Salar de Surire.
Pero el desierto y el altiplano no dejan de fascinar a lo largo de su geografía: el Valle de la Luna, con sus increíbles formaciones rocosas; las 300 mil hectáreas del Salar de Atacama, los impresionantes Geysers de El Tatio; o las numerosas fuentes termales, como las de Mamiña.
Iquique
Por otra parte, es un territorio de grandes riquezas arqueológicas, naturales y culturales. Los Geoglifos de Cerro Pintado y los Pukarás de Quitor y Lasana, nos hablan del  alto grado de desarrollo al cual llegaron los pueblos originales de la zona. Más recientes en el tiempo y en la historia del país, las oficinas salitreras como María Elena, son mudos testimonios de un pasado esplendoroso. Y La Fiesta de La Tirana, la muestra más representativa de la mezcla entre las tradiciones paganas y el catolicismo.
La Portada de Antofagasta
Cada una de las ciudades y pueblos de la región, es heredero de este pasado. Son muchos los pueblos como San Pedro de Atacama y Putre que están rodeados de kilómetros desérticos, cuya forma y ritmo de vida difieren grandemente al de las ciudades situadas en el litoral como AricaIquique yAntofagasta. Y también de Calama, surgida de la actividad minera de Chuquicamata, la mina de cobre a tajo abierto más grande del mundo.
Es una región para disfrutar reposadamente o para lanzarse a la aventura de explorar. Está dotada de toda la infraestructura y servicios necesarios para atender a los visitantes.






NUESTRO GRAN NORTE, TIERRA DE CONTRASTES


El norte de Chile ofrece una variedad de paisajes única, donde los ambientes del altiplano y el desierto de Atacama se reúnen con resultados sorprendentes y extremadamente hermosos.
Una zona de contrastes extremos donde la aridez se contrapone con los fértiles valles y oasis alimentados por las aguas del altiplano, una conjunción de ambientes tan extremos y contrastados, como si estuvieran juntos los Himalayas, el Sahara y el mar de Bering.


EL ALTIPLANO


El altiplano recibe precipitaciones tropicales esporádicas en enero y febrero. Aquí no es la aridez sino la altura la que limita y determina la vida: sólo la flora y fauna más fuertes y especializadas pueden sobrevivir a los caprichos de una vida por sobre los 3.500 metros.


No obstante existe una gran diversidad biológica cuyas muestras más representativas están protegidas en los parques y monumentos nacionales como el parque nacional Lauca, Isluga y Salar de Surire.


El rasgo más destacado de este sector lo constituyen las imponentes cumbres nevadas de los volcanes que coronan la meseta: Parinacota, Socompa, en el límite de Bolivia; Llullaillaco, en el límite con Argentina; Guallatiri, y otros. Sorprende entre tanto silencio observar restos de culturas milenarias que domesticaron y reinaron estas grandes alturas y que aun conservan sus tradiciones.


EL DESIERTO DE ATACAMA


Ningún otro lugar en el mundo es más seco y desolado. Las lluvias son casi inexistentes y sus pocos ríos hilos de agua que apenas llegan al océano, cuando no desaparecen antes, evaporados en la atmósfera o tragados por este enorme territorio de arenas, rocas y sal.


La investigación arqueológica, no obstante, demuestra que esta porción del país no fue siempre un yermo, ya que la vida humana ha florecido allí desde al menos 11 milenios.


En esta enorme extensión de tierra, piedras y montañas desnudas conmueve ver, el surgimiento de verdes valles, oasis llenos de vida, es así como la naturaleza demuestra su lucha implacable en la creación de vida, dejando atrás restos de pequeños imperios creados por el hombre, en busca del oro blanco, ahora salitreras abandonadas a su suerte y al implacable clima.






EL LITORAL Y ARICA

Los afloramientos de aguas dulces en la costa facilitaron el poblamiento humano de esta región. Cerca de 9.000 años atrás los primeros exploradores descubrieron la abundancia de vida a lo largo del litoral y se fueron transformando en pescadores expertos, los Chinchorros.

Uno de los aspectos culturales más interesante de Chinchorro fue su complejo sistema funerario. Alrededor de 8.000 años atrás estos pescadores comenzaron a momificar artificialmente a sus muertos, practica cultural que perduro por 3.500 años. La preparación del cuerpo para la otra vida fue una creación a veces increíblemente sofisticada, los cuerpos eran completamente desarticulados para ser posteriormente reensamblados.

En general la zona es muy atractiva para el bird watching, tanto por el entorno como por la cantidad de especies únicas que es posible observar y fotografiar. Hay abundancia de cormoranes, gaviotas y estacionalmente albatros que llegan en grandes migraciones desde América del Norte.

En el puerto viven lobos marinos y miles de pelícanos y poco mas al Sur se pueden observar pingüinos traídos por la corriente de Humboldt. Y con algo de suerte delfines, ballenas o tortugas marinas...


EL LEGADO DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

De los aymaras (parientes de los Tiwanakus bolivianos): los geoglifos, dibujos de piedras en los cerros para indicar el camino de las caravanas hacia el mar. De los incas, el Camino del Inca y sus fortalezas defensivas: los pukarás. Y de los chonos, los habitantes costeros, la sabiduría escondida en las momias de chinchorrro, las más antiguas del mundo. Cada uno de estos pueblos con sus peculiaridades, forman parte del impresionante legado de la cultura indigéna.

El pueblo Aymara es un pueblo milenario dedicado al pastoreo y a la agricultura usando técnicas ancestrales de cultivo. Actualmente habitan, traspasando las fronteras impuestas por las naciones, desde las orillas del lago Titicaca y la cordillera de los Andes, hasta el noreste argentino. De los 48.477 Aymaras chilenos (censo de 1992), sólo 2.397 residen en sus territorios originarios, ubicados en las provincias de Parinacota-Putre y General Lagos.



ver mas en   http://www.icarito.cl/enciclopedia/articulo/segundo-ciclo-basico/historia-geografia-y-ciencias-sociales/geografia-general-y-regional-

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